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Castidad… ¿El ‘remedio mágico’ para encontrar a tu alma gemela?

Quisiera contarles mi experiencia acerca de la castidad, sé que quizás no va a ser ni la más edificante ni la más esperanzadora, pero la comparto porque pienso que las adolescentes que leen su blog tienen que saber que la castidad no es un ‘remedio mágico’ que les ayudará a encontrar al amor de su vida o un ‘parche mágico’ que les dará la alegre resignación de estar solteras. Posiblemente aunque opten por vivir la castidad, inevitablemente al igual que yo llegarán a los 30 y tantos, seguirán solteras y será todo un reto experimentar una santa resignación.  Es más, les puedo decir que después de vivir por un largo periodo sin novio,  la soltería puede llegar a convertirse en un deleite egoísta y comodino. Con el tiempo una se acostumbra a estar sola. Al intentar practicar la castidad hay otro tipo de tentaciones que no necesariamente están relacionadas con la lujuria o el deseo sexual que una puede llegar a experimentar.

Les  quisiera compartir algunos de los retos que a mi edad me  ha traído la castidad.  Tengo casi 33 años  y desde que era adolescente he estado convencida de que practicar la virtud de la castidad es la mejor forma de demostrarse una mismo y a la otra persona que de verdad la amas. Pero conforme fue pasando el tiempo y al no encontrar a ese hombre especial para compartir el resto de mi vida poco a poco comenzaron  las dudas y el egoísmo comenzó a rondar en la vida. Muchas de las historias que he leído en su blog hablan de chicas que gracias a la castidad hoy son felices y plenas ya sea con su novio o viviendo una vida célibe. Yo eso mismo esperaba  y estaba convencida que para los 30 ya  tendría mi propia familia ó de no ser así Dios ya me  habría mostrado el camino que tiene para mí.   Jamás pensé que a mi edad, a pesar de practicar la castidad e intentar vivir el catolicismo de la mejor manera posible, seguiría soltera y sin tener claro que es lo que Dios quiere de mí. Mucho menos  me imaginé de los deleites que la soltería podría ofrecerme.  No tengo novio, es más nunca he tenido uno por lo que la soledad no es algo que me incomode, es más la disfruto mucho. Sí que es verdad que la soltería es un periodo para conocerse a una misma y fortalecer su relación con Dios, pero cuando se prolonga por mucho tiempo existe la posibilidad de caer en el egoísmo.  Por ejemplo, yo a veces he experimentado la soltería como algo que me ha evitado tener problemas y complicaciones. Cuando te das cuenta que la soledad no es tan horrible como la pintan y que se vive sin tantos líos, entonces llega la tentación de valorar a la castidad no como virtud sino como algo que le da comodidad a la vida. Como dice el refrán popular: ¡Más vale quedarse a vestir santos que a desvestir borrachos! Pero no es porque en realidad encuentre una plenitud y alegría en la soltería, sino más bien porque te evita vivir tantos dramas.

Es todo un reto salir de esa zona de confort para participar activamente en apostolados, ministerios y voluntariados. Se requiere un gran esfuerzo para salir a buscar a quien servir. Mientras que una esposa, una madre o una religiosa convive a diario con su esposo, con sus hijos, con su comunidad de forma cotidiana, una chica soltera tiene que salir a buscar activamente los lugares, las personas y las actividades para servir al prójimo de forma sistemática. Se requiere mucha perseverancia y con frecuencia he claudicado en el intento.  La oferta de la soltería ha llegado a ser bastante atractiva, y resulta muy tentador resignarme y apagar ese deseo profundo de algún día formar mi propia familia, ya sea biológica ya sea espiritual. Apostar por la verdadera castidad, más allá que como una medida preventiva para evitar los típicos problemas a los que se enfrentan quienes tienen una vida desordenada, se convierte en uno de los retos a vencer todos los días.

Les comparto mi historia para quienes han apostado por la castidad sepan que no es, ni tampoco será fácil.  Sin embargo,  no debemos de dejar de confiar en Dios y tener fe que si Él ha puesto ese deseo profundo en nuestro corazón de formar una familia, Él sabrá cómo y cuándo se llevará a cabo. No debemos conformarnos con un estilo de vida cómodo y sin mayores exigencias. Habrá muchos momentos de dudas y tentaciones, pero ciertamente la esperanza no defrauda y para Dios nada es imposible. A pesar de que desafortunadamente no puedo compartir una historia con un final alegre en el que se pueda apreciar de forma explícita la alegría que trae consigo el practicar la castidad, continúo firmemente apostando por ella y confío algún día poder experimentar sus frutos.

Su hermana mayor en Cristo

Juliet

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Juliet estudió Bioquímica en el ITC y tiene un diplomado en Ciencia y Fe en Dialogo por la Facultad de Cataluña. Es autora invitada y traductora del blog Amor Omnia Vincit.

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