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El genio femenino

¿Qué significa ser mujer?

Es una pregunta que ha invadido mi mente desde que era niña. Recuerdo que me decían todas las cosas que te hacen ser una mujer: desde los cambios en tu cuerpo y en la ropa que usas, hasta los cambios en tus modales.

Ser mujer siempre fue considerado la “gran cosa”.

Sin embargo, a medida que he crecido, he aprendido que ser mujer implica mucho más que ciertos cambios en tu cuerpo, tu armario y tu manera de actuar. Hay una esencia de feminidad que es única y específica de todas las mujeres. Esta esencia es la que Juan Pablo II llamaba el “genio femenino”.

Este término es elusivo, frecuentemente es acompañado por la confusión o una mala interpretación. ¿Qué es este “genio femenino” al que él se refería? !Es un misterio!

¡Y con toda razón! Los misterios son hermosos y encantadores, nunca pueden ser conocidos a plenitud, lo cual es brillante de parte de Dios. Él nos hizo misteriosas porque esto nos mantiene siempre cerca: como no podemos resolver el acertijo, pero anhelamos tanto hacerlo, regresamos de nuevo y lo intentamos. La feminidad como un misterio definitivamente tiene sentido.

Pero sólo porque el “genio femenino” es un misterio, no quiere decir que no podamos conocer y comprender ciertas cosas. El genio femenino es simplemente vivir a plenitud la belleza y dignidad de ser quienes somos como mujeres, hijas de Dios, pero hacerlo de una manera única y distintiva. ¿Estás lista para saber cuál es esa manera? Prepárate… Quizás no te guste mucho al principio: Maternidad.

Oh sí, acabo de mencionar la gran palabra con M.

Pero, antes de saltar a conclusiones apresuradas, como que estoy diciendo que todas tenemos que convertirnos en hacedoras de bebés, tomémonos un segundo y veamos qué es la maternidad y por qué es tan especial para la mujer.

Antes que nada, todas las mujeres: casadas, solteras, religiosas, están llamadas a ser madres de alguna manera. Esto no quiere decir necesariamente que están llamadas a ser madres biológicas. La maternidad física está vinculada a una vocación específica: el matrimonio. Sin embargo, todas las mujeres, casadas o no, estamos llamadas a ser madres espirituales. Todas las mujeres.

La maternidad espiritual se asemeja mucho a la maternidad física. Tiene cualidades similares, pero se refleja de una manera diferente en cada mujer, porque cada mujer está llamada a vivir su maternidad espiritual de una manera única. Por ejemplo, yo soy maestra. Soy la madre espiritual de mis estudiantes a través del evangelio que comparto con ellos, cuando rezo para que les vaya bien y cuando les muestro a Cristo a través de mis palabras y mis actos. Por el momento no soy físicamente una madre, así que mi vocación es llevar a la plenitud esta cualidad maternal, particular en mí como mujer, a través del cuidado y acompañamiento que les doy a mis estudiantes, de la manera más apropiada y donde más se necesite dadas las circunstancias.

Lo mismo se aplica a ti, si eres mujer. Podrías ser una enfermera, en este caso deberás ser la madre espiritual de tus pacientes, cuidarlos, orar por su pronta recuperación y atender sus necesidades. Tal y como lo haría una mujer que tiene hijos que cuidar. Quizás eres una mujer que trabaja en la construcción de vías, puedes ser la madre espiritual de todos los que van por las carreteras, preocupándote por su seguridad y llevando a Cristo a tus compañeros de trabajo a través de tu testimonio. No importa cuál sea tu ocupación: siempre hay una manera de ser mujer, y específicamente madre, en tu trabajo cotidiano.

Es interesante resaltar que hoy en día vivimos en una sociedad que aplasta la maternidad. Tenemos la píldora, el aborto, los condones, la pornografía y más: todo esto desprecia la cualidad maternal de la mujer, proclamando además que la hace libre al darle la habilidad de controlar y elegir cuándo y cómo quiere ser madre.

La verdadera libertad no se basa en el control. No se llamaría libertad si fuera controlable. La verdadera libertad yace en el conocimiento y la comprensión de nosotras mismas, de nuestras necesidades, en amar todas estas cosas sobre nosotras y en saber utilizarlas de la manera adecuada.

Vivir plenamente la maternidad significa saber y entender que la mujer está llamada a dar vida espiritualmente, y si está casada y puede hacerlo, también físicamente. Vivir plenamente nuestra maternidad significa saber que la mujer fue creada y está llamada a dar vida. Nuestro diseño físico nos dice algo sobre nosotras mismas: que todas hemos sido llamadas a la maternidad.

¿Por qué maternidad? ¿Por qué las mujeres deben vivir la maternidad?

Porque sólo la mujer puede ser madre. Sólo la mujer puede albergar, cultivar y desarrollar vida dentro de sí. Al final, sólo la mujer elige si quiere llevar a buen término esa vida. Sólo la mujer elige ser madre. Los hombres no pueden físicamente ser madres, es imposible.

Esto, mis amigas, es la esencia del genio femenino. Abrazar la maternidad, a pesar de lo que la sociedad diga, y vivirla de la manera en que nuestro actual estado de vida nos lo permita. Esto puede cambiar el mundo.

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ashAshley Ackerman es primero que todo una hija de Dios, y después de eso, trabaja para Su gloria como maestra de religión, líder en el campus, conferencista y bloguera. Se graduó en la Universidad Franciscana de Steubenville, donde obtuvo su maestría en teología. Puedes leer más sobre sus publicaciones visitando su blog personal “A Heart Made for Grace” donde comparte sus reflexiones sobre temas católicos.

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